viernes, 11 de junio de 2010

CAPITULO III En el Escuadrón de Alerta y Control nº 2 (Villatobas)

En el verano de 1.963 fui destinado al Escuadrón de Alerta y Control nº 2 en Villatobas (Toledo), a diez kilómetros de Ocaña, 30 de Aranjuez y a 80 de Madrid.

Mi interés de acercamiento a la Capital estaba motivado a mi ilusión por ampliar mis conocimientos en lo que más me gustaba: LAS BELLAS ARTES. Quería Aprender a dibujar bien, practicar la pintura, modelado y cerámica.
¿Y donde mejor que en la MECA DEL ARTE?, donde se encontraban los mejores museos, escuelas y los más prestigiosos maestros.
Comencé visitando el Museo del Prado, Arte Moderno y todas las salas de exposiciones que se ponían a mi alcance.

Me matriculé en una escuela privada dirigida por el maestro Mingorance (gran pintor de la época), asistía a clase casi todo el tiempo disponible y aprendí todo lo que pude en especial dibujo y algo de ver pintar a otros y al profesor.
En Madrid vivía en casa de mi hermano Enrique donde también estaba mi madre que llevaba la casa. Con él salía algún domingo a dar una vuelta recorriendo los viejos barrios, El Rastro, las típicas tascas y en alguna ocasión nos metíamos en una sala de baile (aún no estaban de moda las discotecas). En estas salas normalmente había una o dos orquestas que tocaban música en vivo de aquella época, tenuemente alumbrado con una pista de baile en el centro rodeada de mesas o velador, una barra de bar y en el fondo sobre un entarimado o escenario se colocaba la orquesta.

Existían salas de barrio donde las orquestas eran normalitas pero en otras del centro y de más categoría solía haber orquestas o conjuntos muy buenos con actuaciones y representaciones varias. Los conjuntos y artistas de entonces eran. Los Cinco Latinos, Karina, Los Bravos y El Dúo Dinámico entre otros.
Normalmente se accedía a estos lugares pagando una entrada con derecho a consumición.
El contacto o ligue se enfocaba de la siguiente manera: las chicas se encontraban dispersas por toda la sala normalmente ocupando una mesa. Nada mas entrar a la sala era dirigirse a la barra y tomar un “pelotazo” para entonarte, desde allí echabas un vistazo por toda la sala hasta que encontrabas una chica prometedora, en el momento de empezar la música te lanzas al ataque, que según te enrolles o le resultes te acepta o te da calabazas. Normalmente la música eran piezas lentas por lo cual tenias tiempo de enrollarte, presentarte e intercambiar algunas tímidas frases y si la cosa funcionaba ya la tenías para toda la velada acompañándola a su casa o a su barrio pidiéndole el nº de teléfono para una posible cita.
Si por el contrario, te daba calabazas atacabas a otra cambiando de estrategia y así sucesivamente.
La juventud de aquellos tiempos era muy sanota, alegre y divertida, lo pasábamos muy bien a nuestra manera, sin estragos de bebida o algo parecido, aún no se conocía la droga o quizás debido al Franquismo estaba totalmente prohibida y ni se oía hablar de estos temas, además que, debido a la necesidad de entonces nos resultaba más sano drogarnos con un buen jamón o un buen chorizo con un vaso de vino.

Nos reuníamos en pandillas para hacer excursione y merendolas en el campo y fiestas en casas particulares que se llamaban “Guateques”. Allí se preparaban bebidas y algo de merienda, con un tocadiscos se ponía música y a bailar; Se intercalaban diversos juegos muy divertidos y si alguien se pasaba un poquito con la bebida a la salida con el frescor de la calle se le calmaba, además de que en esos tiempos había ciertas necesidades más importantes como la comida, la bebida era más o menos suavecita con mezclas a base de algún licor con coca-cola o lo que se llamaba “cubata de pobre” que era vino con coca-cola.
El tabaco (como siempre) estaba a la orden del día, mientras había americanos resultaba barato y posteriormente me conformaba con marcas baratas. Las chicas fumaban esporádicamente más que nada por coquetería.

Los americanos comenzaron a abandonar las bases instaladas en el territorio nacional. Una vez entrenado el personal español se empezó a hacer cargo del mantenimiento y el CHOLLO de la venta de cuadros se terminó.

Una vez paseando por El Rastro mi hermano y yo tuvimos la idea de pintar unas láminas con motivos taurinos, bailaores, escenas de Don Quijote y Sancho Panza, paisajes de calles antiguas de Madrid y pueblos de alrededor para vender a los turistas que por allí pasaban, con el solo propósito de costearnos unas buenas y largas vacaciones.
Nos pusimos rápidamente manos a la obra, se vendían los domingos por la mañana en una calle donde otros pintores exponían sus obras. Creo que fuimos junto a otros pocos los pioneros y fundadores de la famosa Calle de los Pintores por la que han pasado artistas de reconocido nombre.

Ahorramos suficiente dinero para costearnos las vacaciones planeadas que duraron casi cuarenta días.

Un caluroso día a principios del mes de julio emprendimos la marcha a bordo de una moto Vespa con sidecar cargada con una tienda de campaña, los utensilios imprescindibles de cocina, una botella de camping-gas, un botijo con agua y algunas latas de conserva.

Tomamos la carretera Madrid-Barcelona rumbo a la Costa Brava, desde Gerona costeando fuimos a parar hasta Murcia regresando a nuestro hogar después de unas inolvidables vacaciones.

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Fueron unos días inmemoriales, acampando allá donde se nos antojaba o donde encontrábamos un lugar apropiado, pasando un par de días y continuando la marcha siempre por carreteras muy próximas al mar.
Visitamos Cadaqués donde tuvimos la suerte de conocer a Dalí en una cafetería que el “Divino Genio” solía frecuentar, nos bañamos en las calas de aquella preciosa costa, pescamos, descansábamos, asistíamos a las fiestas que los Giris organizaban en los Camping y pasamos unos días encantadores en contacto directo con la naturaleza disfrutando del mar y el buen tiempo de verano.
Nuestra inquietud no nos permitía permanecer más de dos jornadas en el mismo lugar, cada dos o tres días levantábamos nuestro campamento y seguíamos nuestra ruta pues aún nos quedaba mucho por recorrer y conocer lugares desconocidos. Subíamos a nuestra moto y allí donde nos parecía parábamos y montábamos la tienda instalándonos cómodamente; primeramente buscábamos hierba o paja seca para el lecho, colocábamos una manta encima y sin más dormíamos a pierna suelta. La comida la encontrábamos en los supermercados, colmados y tiendas de los lugares por donde pasábamos, parando aquí y allá para comprar chorizos, chuletas de cordero o algo típico que nos encontrábamos por el camino para después cocinarlo en el campamento allá donde nos pillara: en un camping, campo abierto o cerca del mar. No importaba, el caso era llenar el estómago y descansar, siempre procurando hacerlo en un buen emplazamiento.
Pasamos momentos y anécdotas diversas de las que paso a contaros alguna de las más interesantes:
En la provincia de Zaragoza camino de Barcelona nos pilló la primera noche, al anochecer montamos la tienda en un lugar apartado de la carretera, después de prepararnos la cena nos pusimos a comer tranquilamente a la luz de un farolillo de gas que también servia de hornillo para guisar, la noche estaba tranquila pero a lo lejos se divisaban unos resplandores de tormenta, al rato empezaron a caer unas gotas gordas y nos metimos rápidamente bajo las lonas con la intención de dormir para levantarnos temprano y continuar nuestro camino. Desde el interior se podían oír las gotas caer sobre la cubierta cada vez con más intensidad, y acurrucados sobre la única manta que teníamos sin haber preparado previamente el lecho de hiervas secas para estar más cómodos, aquello estaba durísimo y resultaba prácticamente imposible pegar un ojo renegando y protestando, hasta que nos dimos cuenta de que el agua estaba entrando de tal manera que nos empapaba hasta los huesos. Así permanecimos toda la noche a base de reniegos y patadas sin parar de echarnos la culpa el uno al otro, hasta que por fin notamos que dejaba de llover, salimos fuera y con ayuda del farolillo cambiamos nuestra estancia a otro lugar más seco. Poco tiempo después amanecía y, cansados, cabreados y empapados nos dispusimos a preparar el desayuno a base de huevos fritos con jamón, acompañado de un rico y aromático café que nos calmó e hizo regresar el ánimo a nosotros. Pusimos las lonas y toda la ropa a secar al espléndido Sol de la mañana y posteriormente reanudamos nuestro viaje, con la penumbra del atardecer no nos dimos cuenta que habíamos instalado el campamento en el lecho de un arroyo, menos mal que no llovió mucho porque si dura más, el agua nos hubiera arrastrado.
Cuando llegamos a la costa lo primero que hicimos fue buscar un camping que resultaba ser el lugar más cómodo y seguro, con servicios, agua, bar, supermercado y con precios bastante asequibles. Después de instalarnos y montar la tienda nos dimos un paseo para inspeccionar los alrededores y dirigirnos a la playa donde pasábamos la mayor parte del día, nada mas llegar nos quedamos asombrados al contemplar a las “Giris” en bikini y alguna atrevida en topless, nos quedamos boquiabiertos al presenciar aquellos magníficos monumentos, casi al alcance de nuestras manos.
Por las noches organizaban juegos y había baile en una pequeña pista en el centro del recinto. La mayoría eran francesas y alemanas y al no tener ni idea de estos idiomas no nos comíamos un rosco, además de que los tíos que pululaban por allí se enrollaban bien y eran los que se las llevaban al huerto.
Continuamos nuestra ruta costeando hacia el sur y fuimos a parar a un camping de Benidorm donde una de las noches nos decidimos ir de marcha.
Nos pusimos nuestras mejores galas y entramos en un establecimiento muy lujoso con pinta de sala de fiestas. No cobraban la entrada y ocupamos una mesa muy cerca del escenario reclamando al camarero para que nos sirviera una consumición. El ambiente era bastante agradable y las parejas bailaban al son de una orquesta, mujeres muy guapas ataviadas con vestidos largos de noche pululaban por todo el recinto y nosotros sin atrevernos a pedirles un baile a ninguna por temor al idioma, de pronto se nos acercaron dos tipas despampanantes con minifalda y sendos escotes enseñando media teta.
Hola, ¿podemos sentarnos?
Pues venga, dijo mi hermano.
¿No nos vais a invitar?
Eran españolas.
Inmediatamente me vino a la mente el fatal recuerdo del Rumbo Club de Zaragoza donde en pocas horas arruinaron mi presupuesto de todo un mes.
Enseguida acudió el camarero que inmediatamente les sirvió unas copas y no tuve tiempo de avisar a mi hermano del peligro que se nos avecinaba.
Después de intercambiar unas cuantas palabras comenzó el espectáculo.
Primero un valet de chicas muy ligeritas de ropa, a continuación un mago-malabarista, luego una contorsionista que se movía como una serpiente al compás de una música de estilo árabe y posteriormente otra monumental chica iniciando un striptiss . Animados por el ambiente pedimos otra consumición para los cuatro y cuando llegó el camarero y terminó de servirnos le pedimos la cuenta que nos presentó enseguida retirándose de la mesa.
Mi hermano que era el administrador de los bienes echó un vistazo al tiket y noté que la cara se le ponía muy blanca y mostrándomelo, al verlo se me contagió su blancura.
Nos quedamos de piedra al comprobar lo que marcaba: 8000 pesetas del ala.
¡¡¡coño!!! ¿Llevas dinero? Le pregunté a mi hermano.
¿Qué leches voy a llevar? , solo tengo 1.500.
¡¡Joder!!, ¿qué hacemos?
Mi hermano me miró y parece que hubo transmisión de pensamientos, sin mediar palabra montamos la siguiente estrategia: Cuando el striptiss estaba en su mejor momento salió mi hermano hacia el exterior y puso la moto en marcha, saliendo yo a continuación muy sigilosamente y subiendo al sidecar como el que salta a un caballo en carrera, salimos de allí disparados como si nos hubiesen metido un cohete en el culo.
Cuando llegamos al camping, en el interior de la tienda nos desternillábamos de risa hasta que nos chistaron los vecinos porque no les dejábamos dormir.
Al día siguiente cuando regresamos de la playa, al pasar por el bar observamos que había una pareja de la Guardia Civil y nos entró el acojone pensando que nos estaban buscando a nosotros.
Mi hermano estaba impedido de una pierna y calzaba un zapato de unos diez centímetros de altura.
Ya verás, le decía a mi hermano. Buscan a un cojo....jajajajaja y me reía.
El me respondía cabreado: no te rías cabrón que la culpa es tuya por meterme en ese lugar.
Bueno, pero las tías estaban buenas o no... valió la pena¡¡¡ ¿No?
Déjate de cachondeo y pongamos pies en polvorosa.
Nos fuimos para la tienda y comenzamos a recoger los artilugios para salir echando leches de allí inmediatamente.
Al llegar a recepción para liquidar la cuenta nos anunciaron que no se puede salir porque el camping está declarado en cuarentena a consecuencia de un caso de tifus que se había detectado.
Regresamos a nuestro lugar de acampada, volvimos a montar la tienda y en ella escondidos pasamos toda la noche casi sin respirar.
Al día siguiente supimos que la Guardia Civil había venido para realizar el atestado de cuarentena que tan solo duró tres días, que pena no hubiera durado más tiempo porque habríamos permanecido allí pasándolo bien y totalmente gratis, ya que desde el momento de declararse la cuarentena los precios del camping fueron congelados, aunque la comida teníamos que comprarla como cada kiski en el supermercado, pero era una buena excusa para mí en el cuartel si aquello hubiera durado meses.
Continuamos nuestro rumbo y entramos en la provincia de Murcia, llegamos a unas preciosas playas en la localidad de Águilas donde el único camping que existía estaba completo y nos instalamos en una explanada frente al mar cerca de unas chozas de pescadores, gente muy buena y hospitalaria con la que enseguida hicimos amistad, de vez en cuando nos regalaban pescado y hasta un día nos invitaron a salir de pesca con ellos en sus pequeñas embarcaciones, pasamos una jornada de ensueño y resultó una experiencia inigualable; a bordo prepararon para comer una especie de caldereta de pescado y marisco con fideos, sirvieron un rudimentario café de puchero con un aroma excelente.
Fueron unos días de ensueño al estilo Robinsón, comiendo pescaito frito, pescando y retozando en la playa.
Allí conocimos a una pareja de hermanos que como nosotros viajaban de la misma manera pasando unas bonitas y alegres vacaciones, estaban acampados muy cerca de nosotros en la misma playa.
Es difícil de creer pero resulta totalmente cierto las coincidencias que había entre ellos y nosotros: el hermano mayor también era cojo, viajaban en una moto con sidecar de la misma marca, Vivian en Madrid aunque eran de Toledo, tenían nuestras mismas edades y terminaban sus vacaciones al tiempo que nosotros, por lo que permanecimos juntos y en buena armonía el resto de nuestros descansados días..
La amistad resultó duradera pues el hermano pequeño era diseñador y realizaba con mi hermano algunos trabajos.
En este lugar es donde más tiempo pasamos, por el bienestar hallado y la tranquilidad después de las vicisitudes pasadas en lugares de mucho turismo.
A punto de agotarse los 45 días que me dieron de permiso iniciamos nuestro regreso, desde Murcia pasando por Albacete hasta la Base de Villatobas donde nos despedimos de nuestros amigos que tomaron ruta hacia Toledo pernoctando nosotros la última noche en mi habitación. Por fin, después de casi cuarenta días dormíamos en una cama limpia, confortable y con sábanas.
Al siguiente día salimos hacia Madrid pasando por Aranjuez y justo a unos dos kilómetros a la salida descubrimos un río en el que nos apeteció darnos un chapuzón y nos ocurrió algo insólito: el agua no ofrecía mal aspecto, no se veía muy transparente pero a aquella hora del medio día el Sol reflejaba en ellas invitando a refrescarse, lanzándonos de golpe sin pensarlo dos veces en el lugar que nos pareció más profundo, y cual fue nuestra sorpresa al advertir que estábamos totalmente embadurnados en fango, un lodo de color negro que al removerlo desprendía un olor nauseabundo. Nos mirábamos riendo y maldiciendo por el aspecto que teníamos y el olor que se respiraba en nuestro entorno. ¡¡¡MIERDAS!!! Si, mierda pura era en lo que nos estábamos bañando, resultado de que todas las cloacas de los pueblos y ciudades por los que pasaba desde su nacimiento y desembocaban en el río denominado “el más sucio de España” El Eresma.
Lo ignorábamos y fuimos a caer en la trampa como pardillos.
Chorreando mierda por todas partes nos subimos en la moto y regresamos al Tajo que se situaba a unos dos kilómetros a nuestra espalda y sin pensarlo nos lanzamos desde el puente que cruza la ciudad de Aranjuez, con unas aguas tan limpias y cristalinas que hasta saciamos nuestra sed y de paso lavar nuestros estómagos que se encontraban revueltos y asqueados.
Después de limpiar la moto, nuestras ropas y todo aquello que quedó pringado y olía a cieno, nos encaminamos con alegría y buen humor hacia nuestro dulce hogar donde nuestra madre nos esperaba con cariño para cenar uno de aquellos apetitosos y ricos guisos que siempre preparaba con tanto cariño y entusiasmo.
Al día siguiente me incorporé a mi destino continuando mi vida habitual, trabajando tres días de tarde o noche, uno libre, tres de mañana y después los deseados tres días libres que normalmente pasaba con Enrique y mi madre, aprovechándolos lo mejor que mi economía permitía, porque a pesar de ganar unas 6000 pesetas al mes (que no estaban nada mal) siempre resulté ser algo manirrota y poco ahorrador, sin poder llegar a finales de mes, cuando pasaba esto que era casi todos los meses, me recluía en el cuartel hasta el día de “Santa Nómina”.
Empecé a pensar la forma de poder sacarme un dinerito extra, y faltándome los americanos que fueron mis mejores fuentes de ingresos, comencé a pintar cuadros en formato grande que enseñaba a mis compañeros y Jefes casados que de vez en cuando me compraban alguno permitiéndome seguir comprando materiales y algo más para cubrir gastos.
En la Base conocí a un soldado que su padre tenía una tienda de muebles en Ocaña, me propuso presentarnos para tratar de poder vender mis cuadros en su establecimiento.
Después de ver el tipo de pintura que allí se exponía y las posibilidades de venta, muy animado regresé a mi habitación y me puse manos a la obra.
Pintaba cuadros bastante grandes de temas muy comerciales y casi parecían calcados; con el típico río, montañas, ciervos y abetos. En algunos cambiaba de lugar la casita y los colores, dando aspecto de puesta de Sol o amanecer. Era necesario pintarlos muy deprisa pues la rentabilidad era muy pequeña ya que cobraba 800 pesetas por cuadro con marco incluido y los materiales me costaban 600.
La tienda se saturó con mis cuadros y mi habitación se llenaba sin saber que hacer con ellos, lo intenté por otras tiendas de Madrid y a lo largo de toda la carretera de Andalucía que estaba llena de este tipo de establecimientos, en todos ellos los compraban pero pagaban tan miserablemente que no me quedaban beneficios.
Como mis inquietudes eran grandes y siempre busqué la forma de sacar un dinero extra, lo intenté en varios pluriempleos que buscaba en los periódicos: vendedor de libros, corredor de seguros y la venta a domicilio, ninguno de estos cuajó ya que eso de patearme las calles de casa en casa en busca de posibles clientes no era lo mío y jamás me gustó.
Lo intenté con las famosas láminas del Rastro a los turistas pero la ya famosa Calle de los Pintores estaba saturada de artistas muy buenos con los que era imposible competir.
En la Base tenía un compañero Sargento con inquietudes más o menos parecidas a las mías y me propuso montar un negocio de cultivo de champiñón
Cerca del pueblo existían unas cuevas cavadas manualmente en terraplenes que en su tiempo se utilizaron como especie de bodegas para curar el vino en grandes tinajas, fuimos a ver al propietario y se asoció con nosotros.
Lo primero que hicimos fue sacar las tinajas que pesaban como demonios. Limpiamos y encalamos totalmente dos de las once cuevas que había, metimos unos cuantos remolques de tractor cargados de estiércol de caballo, lo apisonamos, esparcimos la carísima semilla y a esperar acontecimientos favorables. Orientados por un manual para el correcto cultivo y pasados 20 días podríamos ver el resultado de la primera cosecha, ya desde el décimo día lo controlábamos a diario esperando sentados en unos cajones de madera para verlo brotar de la tierra. Pasaron más de treinta y nada de nada, aquello estaba como al principio.
¡¡¡Que desilusión!!! Después de tanto trabajo y esfuerzo, nuestro gozo en un pozo.
Sacamos todo el estiércol, metimos otro menos curado para que su fermentación fuese más caliente, pensando que este podría ser el problema, nueva semilla y a esperar otros 20 días.
Controlamos la temperatura, la humedad, etc. y a los 25 días otro fracaso.
¡¡¡Coño!!! ¿qué está pasando?, ¿qué hacemos mal?
Se nos terminaron los ahorros el socio propietario de las cuevas solo aportaba éstas y algo de trabajo, pero el estiércol y la simiente había que comprarla.
No desistimos en nuestro empeño y aunque solo fuera por tozudez queríamos saber el porqué a nosotros no nos salía la operación siguiendo todas las instrucciones del manual.
Mi socio que tenía un SEAT 600 (utilitario de aquella época muy pequeño pero que dio muy buenos resultados). Nos desplazamos a la provincia de Cuenca donde allí casi cada familia vivía de este tipo de cultivos también en cuevas similares a las nuestras y en un par de días nos enseñaron y aprendimos todo lo que hay que saber correctamente sobre aquellos enigmáticos hongos que casi empecé a odiar.
Era necesaria una nueva inversión y no nos quedaba dinero, de modo que nos fuimos al banco del pueblo y avalado por nuestros respectivos sueldos nos concedieron un crédito de 20.000 pesetas que nos sirvieron para el tercer intento.
Pusimos instalación eléctrica en dos cuevas para regular la temperatura e iluminación, removimos el estiércol esparcimos la semilla y justo al 19º día comenzamos a ver con gran alegría el producto de nuestra cosecha. Nuestros esfuerzos fueron recompensados gratamente con unos 8 a 9 kg. recolectados por día durante casi dos meses.
Empezamos a venderlos en los bares de los alrededores, a compañeros y particulares.
En una serrería nos proveímos de maderitas para confeccionar los envases que con el coche se distribuía a todos los lugares habidos y por haber.
En otra de las cuevas instalamos el taller-almacén donde me pasaba casi todas las horas libres atendiendo el negocio que se avecinaba próspero, fabricando cajitas de madera y envasando.
En menos de tres meses teníamos amortizado y liquidado el préstamo, obteniendo beneficios netos que se repartían a partes iguales entre los tres socios, separando unas cantidades para gastos de gasolina, electricidad y para preparar dos cuevas más y ampliar la producción.
Esto marchaba viento en popa y pensábamos adquirir una furgoneta para el reparto en lugares comerciales como Madrid pero nuestros proyectos se vieron cortados a causa de una denuncia que nos puso la competencia por no tener el negocio dado de alta en industria, siendo nuestras actividades totalmente ilegales.
El Juzgado nos precintó las cuevas e iniciamos inmediatamente los trámites para legalizarlo. No perdimos la esperanza y nuestro afán era acondicionar nuevas cuevas para obtener una intensiva producción con todos los papeles en regla.
En este compás de espera reanudé mis viajes a Madrid continuando mis actividades de ocio, paseos y diversiones. Conocí a Merceditas y me separé de La Sociedad, había recuperado lo perdido, ganado algo de dinero y decidí retirarme.
Dos años más tarde ya me encontraba casado, a ellos les concedieron la licencia, reiniciaron la industria, pusieron una marca al producto y prosperaron de tal manera que llegaron a tener dos furgonetas para el reparto.
Nunca me arrepentí de haberlos abandonado, en mi casa era feliz con mi familia y vivía y contento sin quebraderos de cabeza.
En escrito nº 248 del Jefe del Escuadrón de Alerta y control de fecha 27 de julio, se le felicita por los servicios prestados al Escuadrón por la realización de los murales pintados en las fachadas de Operaciones y edificio principal de la entrada.

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Por Orden Ministerial nº 790/66, de fecha 27 de abril de 1966 (B.O.A. nº 51) fue promovido al empleo de Sargento Primero por antigüedad y escalafón continuando en el mismo destino.
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En escrito nº 2024 de fecha 15 de mayo de 1.966 del general jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire le fue concedido permiso para contraer matrimonio, con la señorita Maria de las Mercedes Fuentes garrido, cuyo matrimonio lleva a efecto el 7 de junio del mismo año en la Iglesia parroquial de San Pedro el Real (La Paloma) de la Villa de Madrid.


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Ejerciendo de padrinos mi hermana Carmen y su padre

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Para casarse era imprescindible solicitar permiso al Alto Mando, después de una investigación sobre la futura esposa, si no tenía antecedentes ni alguien de su familia perteneció o hizo la guerra en zona contraria al régimen de Franco, le era concedido.

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Vivíamos en una bonita casa tipo chalet en la colonia militar de Aranjuez rodeada de naturaleza y compañeros de vecinos.

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Continué pintando cuadros de tipo comercial que vendía allá donde podía, en las tiendas de muebles de Aranjuez y algún compañero para poder pagar la televisión que nos acabábamos de comprar para no aburrirnos las tardes y veladas invernales, he de señalar que nos costó más de cinco veces mi sueldo y no era en color.
En Aranjuez vivían unos tíos a los que visitábamos de vez en cuando, él era labrador y poseía una finca en las afueras donde algunas veces le ayudaba en tareas de recolección y me enseñaba trucos y secretos de buen hortelano.
El Sr. Tte. Coronel Jefe del Escuadrón de Alerta y Control nº 2 , en escrito nº 1,445 de fecha 21 de octubre, comunica que el Suboficial D. Jesús Montejo Martínez ha obtenido los niveles de capacitación, III con fecha 20 de noviembre de 1957, V con fecha 9 de diciembre de 1960 y VII con fecha 30 de septiembre de 1961 considerándosele Apto para todos los servicios de su especialidad.
Aquel mismo invierno nos instalaron la calefacción que nos vino estupendamente porque nuestro retoño estaba a punto de nacer.
Recuerdo que el primer día recién instalada sin habernos suministrado el gas-oil y con ganas de estrenarla, como también funcionaba con carbón o leña, el tío nos trajo un remolque cargado de troncos muy secos que ardían estupendamente pero era necesario cortarlos para que entraran mejor en la caldera, me puse a cortar y meter en el quemador y no daba abasto de lo bien que prendían consumiéndose con gran rapidez y creo que me calentaba más cortando que arrimándome al fuego, cosa que a los pocos días acabó porque empezaron a suministrarnos el combustible y además gratis aquello funcionaba de maravilla produciendo un ambiente fenomenal en la casa.
Esto me hace recordar un detalle prepotente del abuso por los superiores; un día en el trabajo comentaba con el Controlador Jefe, teniente Gómez lo bueno que era tener la calefacción, él dijo que los suboficiales no teníamos derecho a tanto bienestar y yo le respondí: o sea, que mis hijos no pueden estar calientes en su casa y los suyos si…
En aquellos tiempos las diferencias sociales eran extremas, ellos se creían superiores en todo y a nosotros nos veían inferiores y sin derecho a ciertos privilegios naturales y lógicos.
El cinco de abril de 1.967 nació nuestro primer retoño.
Pesó 3.500 kg. era una niña preciosa y encantadora, rubita aunque con poco pelo, muy guapa, buena y poco llorona, al día siguiente fue bautizada en el mismo hospital y le pusimos de nombre Elena.


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Elenuchi, como la llamábamos normalmente los de la familia y amigos
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Con Elena tuvimos muchos problemas y percances que omito por ser muy desagradables que me traen malos recuerdos, lo mejor de ella es que desde muy niña ha sido muy inteligente para los estudios alcanzando una inmejorable meta.
A todo el personal que había permanecido destinado en lugares de riesgo como paracaidismo, servicio de vuelo, estaciones de radar y misiones especiales por un tiempo de 5 y 10 años se le concedía la Cruz al Mérito Aeronáutico de 1ª clase para Jefes y Oficiales, de 3ª clase para suboficiales, por un error en las Circulares o en la publicación del Boletín Oficial del Aire a los suboficiales se les concedió la misma que a jefes y Oficiales, posteriormente se dieron cuenta y quisieron rectificar concediéndolas de 3ª pero ya no era valido porque cuando una condecoración se concede ya no hay vuelta atrás, debe quedar firme y en este caso así fueron dos, o sea, una cruz de 1ª con distintivo blanco y otra con distintivo rojo más las mismas de 3ª con iguales distintivos.

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Dos Cruces del Mérito Aeronáutico de Primera clase con distintivo blanco.
por O.M. nº 887/67 de 29 de abril de 1967 (B.O.A. nº 51)
Dos Cruces del Mérito Aeronáutico de Tercera clase con distintivo blanco, artículo 48 y disposición transitoria 8 de la ley nº 15/70 (B.O.A. nº 97)

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¡Ya había nacido Javi!. El 5 de marzo de aquel mismo año y sin casi darnos cuenta por tantas preocupaciones.
Se cuidaba casi solo, era un Sol de niño, algo llorón pero comilón como un cosaco y engordaba como un lechoncete.
Era un bebé precioso, gordito, un poco burrete y llorón. Tan burrángano que en una ocasión rompió la cuna a base de darle bandazos y sin parar de llorar pero se le aguantaba con paciencia y con mucho orgullo pues ya teníamos la parejita y estábamos muy contentos llevando una vida tranquila y feliz con nuestros dos preciosos retoños.



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lo largo de toda mi vida han pasado muchas cosas, anécdotas diversas, buenas y malas, en mi biografía titulada EL LIBRO DEL ABUELO se pueden leer casi todas, en este libro solo relataré las ocurridas durante mi vida militar y en especial las muchas putadas por las que he pasado y sufrido como por ejemplo la que me ocurrió el mismo día de nacer Javi.
Me nombraron secretario de un Juez Militar para llevar unas diligencias previas de poca importancia, las cuales realizaba a la perfección como era mi costumbre pero el Teniente Juez, muy desconfiado me atosigaba continuamente con el tema, yo le decía, esté tranquilo mi teniente que todo va bien, un buen día por la tarde se acerca hasta “mi casa” para que le muestre el papeleo, en ese momento me estaba cambiando de ropa para dirigirme a Madrid donde ya estaba Merche en casa de sus padres esperando el momento de dar a luz, le invité pasar al salón ofreciéndole algo de beber aceptándome una cerveza, cuando se la serví le dije que todo iba bien, que nada más mi mujer diera a luz, que sería muy pronto le daría a firmar todos los documentos para cerrar el caso, él me insiste de manera muy pesada diciéndome que es “una orden”, entonces le respondo, ¿Me está usted dando ordenes en mi propia casa? Y señalándole con mi mano derecha con el índice extendido hacia la puerta, le dije: las órdenes me las da Usted en el cuartel, aquí soy yo el que las doy, FUERA DE MI CASA AHORA MISMO y se fue sin rechistar.
Temía que me ocurriera como en otras ocasiones, que diera parte al Jefe superior y me arrestaran, siempre he sido muy pacífico acatando todas las órdenes pero en esta ocasión no lo pude permitir
No dio parte a su superior pero el muy cabrón insistió hasta el punto de dirigirse hasta la maternidad donde mi hijo ya estaba a punto de nacer insistiéndome con la misma historia, al verle me dije, sí que es pesado este tío coño¡¡¡¡ y acercándome a él le dije ¿No se da usted cuenta de que mi mujer está dentro del quirófano a punto de parir? Y me respondió, tranquilo, no vengo a atosigarle sino a felicitarle por su nuevo hijo y disculparme por lo de ayer, a lo que le respondí dándole las gracias y prometiéndole que al día siguiente le presentaría la documentación para la firma.
Por O.M. nº 711/70 de 21 de marzo (B.O.A. nº 35) fue convocado para examen de inglés en la Biblioteca Central del Ministerio del Aire, el cual supera concediéndosele el 5% de su sueldo a partir del 1º de mayo de 1970
Anteriormente relaté sucesos y acontecimientos que tuvieron lugar durante mi trabajo en el Radar de avistamientos extraños, éste que relato ahora ocurrió una tarde de invierno cuando un Junker pilotado por un General volaba desde San Javier a Getafe, en su viaje el piloto se adentró en una gran tormenta, la nave no tenía medios de identificación modernos y era muy difícil localizarle, yo estaba de controlador y mi buena vista y pericia lo localizó desviándole y sacándolo del gran peligro en que estaba inmerso, el avión llegó a su destino sano y salvo y a su llegada el general llamó a la estación de radar preguntando por el controlador que salvó la vida de todos los tripulantes, cuando me puse al teléfono, muy eufórico me felicitó, a los pocos días salió publicada una Orden en el Boletín Oficial del Aire concediéndoseme la Cruz al Mérito Aeronáutico, un buen detalle por parte del Sr. General que me alegró y exhibía con orgullo en mi uniforme.
Por O.M. nº 893 de 11 de mayo de 1967 (B.O.A. nº 97 se le concede la Cruz al Mérito Aeronáutico de tercera Clase con Distintivo Rojo, por los servicios de salvamento prestados como controlador en el Escuadrón de Alerta y Control nº 2 salvando del accidente inminente a la aeronave y su tripulación.

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Una caldeada noche del mes de agosto nos encontrábamos bajo el sauce con los vecinos y otros amigos como en otras ocasiones contando chistes y charlando entre bromas y risas, debido a que a Merceditas le venían pequeños dolores de tarde en tarde y estábamos esperando a que fuesen más cortos e intensos, síntoma de que la cosa ya estaba cerca. Sobre las doce de la noche le vino uno bastante gordo y rápidamente nos metimos en el coche y pusimos rumbo a la maternidad de Hospital del Aire que no se encontraba demasiado lejos. A eso de las dos de la madrugada veo salir del quirófano a una enfermera con un bebé en los brazos que me lo entregó diciéndome: aquí tiene a su hija, ha pesado 2 kilos y 950 gramos.
Era el recién nacido más guapo y hermoso que he visto en mi vida; con la cara redondita, sonrosada y una mata de pelo negro precioso. No era como Elena ni Javi que recién nacidos tenían la cara coloradota y un poco deforme debido a los esfuerzos al nacer.
Sisi era pequeñita pero perfecta como una muñequita y muy guapa.

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En La Base las cosas se empezaron a poner mal, el régimen disciplinario se hacía insoportable; Llegó destinado un Teniente Coronel Jefe del escuadrón que fue paracaidista y muy severo. Arrestaba al Comandante, el Comandante a los Capitanes y los Capitanes a todos nosotros nos llevaban por la calle de la amargura haciéndonos la vida prácticamente imposible. Por cualquier pequeño motivo nos arrestaban, y no es que fuera tan malo un arresto de dos días en el pabellón donde se jugaba a las cartas y no se pasaba mal, lo malo era si se acumulaban tres arrestos que te enviaban a una prisión militar y esto era temible. Entonces era tan sencillo cometer una pequeña infracción que en cualquier momento estábamos perseguidos y acosados de tal manera que se vivía con la incertidumbre de que cada vez que teníamos que ir de servicio sabías que te podía caer algo.
Se produjo una desbandada general, muchos se fueron destinados a otros lugares y los que se quedaron tuvieron que aguantar con resignación las muchas putadas que nos hacían de las cuales paso a contaros algunas especialmente las sacadas de la mente retorcida de un Capitán HIJO DE LA GRAN PUTA que no perseguía el arrestar a sus inferiores por el hecho de cumplir normativas militares sino porque creo que disfrutaba con ello y también por su complejo de inferioridad por su poca inteligencia y sobretodo por su pequeña estatura, gordo, feo, casi calvo y sucio, su olor a cerdo se percibía desde varios metros de distancia.
Aquí diré su nombre y sus fechorías:
José Torres Lamas
Capitán del Ejército del Aire (S.T.) Servicio Tierra, controlador de interceptación
Sus aficiones: perseguir, acosar, humillar y arrestar a sus subordinados por el solo placer de hacerlo, despreciado por sus compañeros y especialmente por sus subordinados e incluso por su propio padre (sargento de la marina) a quien hacía ponerse firmes y saludarle militarmente las pocas veces que fue a su casa en vacaciones hasta que su padre se le prohibió la entrada a su casa.
Muchos de sus subordinados hemos tenido roces con él y sufrido arrestos de los que paso a relatar algunos.
Como soltero vivía en la residencia de Oficiales de Madrid los días libres a donde se desplazaba con su auto MG de color rojo brillante que no brillaba y además apestaba a orines de los que nos meábamos sobre su capó en horas nocturnas al pasar por su lado todo aquel que le odiaba como única venganza, el muy cabronazo tenía la jodida costumbre de recoger en autostop a soldados o cabos que se desplazaban desde Madrid al escuadrón, les hacía el buen favor de llevarles pero como estaba prohibido hacer autostop, nada más llegar a la base les ordenaba que entraran al calabozo.
Otra de sus jodidas costumbres era otear desde la terraza de Operaciones con unos prismáticos el movimiento de soldados por las calles y si veía a alguno con una prenda de vestir mal puesta, un botón desabrochado o sin la prenda de cabeza puesta en su lugar correspondiente, llamaba por teléfono a su sargento para que le arrestara.
Un gran  inolvidable e inseparable  compañero, que trabajábamos en el mismo puesto de la especialidad (Identificación y Movimientos), Emilio López Muñoz, casado con una preciosa chica amiga de mi mujer me ayudaba a sufrir con paciencia las barbaridades de este HIJO DE LA GRAN PUTA PUTA, hasta tal punto que planeamos darle una paliza a la salida de la Casa del Aviador en uno de sus paseos nocturnos pero no tuvimos esa suerte pues a los pocos días salió destinado, acontecimiento que fue celebrado por todos los suboficiales de la base.
Yo tuve bastantes encuentros con él porque pertenecíamos al mismo equipo de trabajo, él era Controlador Jefe y yo Jefe de Equipo y además Técnico Principal de Identificación de Movimientos Aéreos, tenía que rendir cuentas a él a cada momento que me lo exigía con tozudez y sabiendo que yo llevaba mi misión a la perfección pero era tan endiablado que me incordiaba a más no poder, en los turnos de noche normalmente me turnaba con los compañeros para descansar, dormir de mala manera sobre sillas, había que pedirle permiso para hacerlo pero una noche se negó, estábamos en su cuarto donde tenía un camastro montado incluso con sábanas y le dije señalando con mi mano el camastro ya montado: o sea, ¿a nosotros no nos deja descansar y usted si puede? Explíqueme el porqué y los motivos, y me dijo, pase Usted arrestado, mañana se le comunicará el correctivo por escrito, y sí, al día siguiente me llama el Jefe del Escuadrón y me pregunta lo que ha pasado, inicio las primeras palabras para contarle, y sin casi dejarme hablar y al tiempo que me dice CALLESE¡¡¡¡ me entrega un sobre cerrado con un escrito donde se me comunica que deberé cumplir un arresto en mi domicilio de 14 días, y lo cumplí con agrado pues 14 días sin trabajar se agradecen, lo malo es que quedó reflejado en mi hoja de servicios que posteriormente fue anulado por el mismo jefe cuando me envió el escrito de felicitación por los murales y me lo comunicó personalmente cuando me lo entregó pero antes de abrir el sobre no pude aguantarme decirle que injustos fueron cuando los 14 días de arresto a lo que me respondió que ya estaba anulado y mi hoja de servicios limpia.
mi venganza fue terrible: me dije ¿No nos dejas dormir? Pues a partir de ahora tu tampoco vas a poder. Yo tenía la potestad de clasificar los aviones en vuelo que se acercaban a nuestra zona de responsabilidad cuando traspasaba un cierto punto en el mapa y lo que hacía es que clasificaba dicho vuelo como DESCONOCIDO, escondía el plan de vuelo hasta que me daba la gana pero había que avisar al controlador, en ocasiones hasta seis veces le despertamos por dicha causa, mi amigo Emilio me decía (CURRO, AHI TENEMOS UNO, TOCO LA ALARMA? naturalmente le decía yo con alegría, vamos a joder a este "puto cabron un rato" se va a desvelar.
Muchas injusticias se cometen en todas partes pero creo yo que en el Ejército se cometen muchas más que ahora no recuerdo.
Estaba a punto de ascender a Brigada y aunque tenía la posibilidad de quedarme en aquel maldito destino estaba deseando que llegara este momento utilizando la excusa para largarme de allí donde quedaron los murales que aún siguen y los malos recuerdos que también continúan en mi mente, a la salida sacudí las suelas de mis zapatos para no llevarme ni pizca de polvo de aquel maldito lugar.
El 14 de enero de 1973 por fin llegó el ascenso, al mes siguiente salieron las vacantes:
Una vacante en Calatayud, dos en Canarias y una en Mallorca.
En Calatayud ya había estado y además el clima desfavorecía a mi reuma.
Canarias nos parecía demasiado lejos.
Después de consultarlo con la familia decidimos optar por Mallorca que ya fui informado por otros compañeros que estaban allí y nos pareció el lugar más adecuado.







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1 comentario:

  1. Querido amigo:
    Después de leer varios de tus Blog, solo me queda reiterarte lo que ya te he comentado por Email.
    Un abrazo
    Manuel Sánchez Gata

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